Firma Electrónica: El poder digital
Firma Electrónica: El poder digital
Recuerdo muy bien acompañar a mi abuelo a retirar su sueldo como docente de colegio público hace unos años (20 años mínimo). La entidad bancaria era bastante grande y popular en el barrio donde vivíamos, pensada en las filas que tenían que hacer todos los clientes que, quincenalmente, retiraban su dinero. Yo siendo un niño muy pequeño era feliz porque tenía gran espacio para jugar, había una especie de jardín con piedras que se prestaba perfectamente como escenario para mis aventuras, mientras mi abuelo junto a mi abuela, hacían una fila que perfectamente podía durar entre 45 minutos y 1 hora (si no se caía el sistema, si había el personal suficiente, si no se presentaba mayor problema).
La llegada de los cajeros automáticos fue una revolución entre los habitantes laboralmente activos del barrio: les permitía hacer la transacción por su cuenta y redujo los tiempos considerablemente, no obstante, mi abuelo seguía haciendo fila; lo hacía por la buena atención que allí recibía, por el trato carismático y amable que le brindaba el personal, y porque ya lo reconocían y hasta lo recibían con cafecito… aunque en lo particular mi abuelo no pasa desapercibido en ningún lado.